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Desde el año 2015, el parlamentarismo español ha conocido importantes cambios. Los monopolios que ejercían PP y PSOE en sus respectivas esferas ideológicas, han dado paso a una explosión de formaciones políticas a izquierda y derecha.

Queridos Reyes Magos:

Este año me gustaría pedirles algo que solo está al alcance de su poder: que se cumpla la disciplina parlamentaria. Vivimos en España un desprecio absoluto por el respeto y la cortesía que deberían caracterizar el ejercicio de la actividad política, lo que supone, inevitablemente, la devaluación del Estado democrático.

La sociedad se halla inmersa en una gran revolución tecnológica, una Cuarta Revolución Industrial basada en la digitalización y el influjo de los datos[i], que transformará la sociedad y servirá de cauce a nuevas y mejores soluciones a las necesidades cotidianas. Todo ello de la mano de tecnologías como la Inteligencia Artificial y el Internet de las Cosas, que se sustentarán en el Big Data. Un cambio tecnológico, en donde aparecen nuevos retos e incertidumbres a las que enfrentarse.

El día 28 de abril de 2022, el Pleno del Parlamento de Andalucía aprobó la reforma de su Reglamento con la finalidad de aproximar la práctica parlamentaria andaluza al “Pacto Antitransfuguismo”. Esto se justificó en que el transfuguismo se trata de una “práctica antidemocrática que altera las mayorías expresadas por la ciudadanía”, según se indica en la exposición de motivos. A pesar de ser concebida por la clase política como un triunfo que garantiza la unidad del partido, en mi opinión, no es sino un recorte de la libertad de expresión y participación de los diputados.