Cualquier territorio donde se ejerce el poder político está obligado a crear un sentido de pertenencia en su ciudadanía. Este sentido ciudadano de pertenencia, llamado identidad, permite que el orden político presente en dicho territorio adquiera legitimidad. Gracias a ella, tal orden político asegura su propia existencia debido a que la ciudadanía acepta su presencia y las decisiones tomadas por sus autoridades.