“Hoy la unidad no es una opción, es un deber. Pero es un deber guiado por algo que nos une a todos: el amor por Italia”. Las últimas líneas del discurso de casi una hora de duración que Mario Draghi lanzó al Senado italiano podrían haberse pronunciado en casi cualquier rincón del mundo, pero es especialmente revelador que se hayan pronunciado en Italia.
“Resolved lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política, para que la política sea cosa de dos, porque solo hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en común, y no podéis venir aquí a legislar sobre la raza humana, fuera de nosotras”. Con este discurso de 1931, Clara Campoamor sentó las bases de la política feminista, reivindicando el papel de la mujer en el Parlamento.
El asalto al capitolio de los Estados Unidos inauguró un nuevo año de crispación política. Una tendencia que sigue al alza, cuyo final parece difícil de vislumbrar. La sociedad actual tiende ahora más que nunca a la división y al conflicto, situándose cada vez más en un extremo aún más focalizado, donde el diálogo y el consenso se hace una tarea ardua y difícil.
La polarización siempre ha existido, pero el extremo que estamos viviendo en los últimos años poco se parece a los tiempos de antaño, donde imperaba un clima de convivencia.
En los últimos días son numerosas las noticias que proclaman el avance de la campaña de vacunación contra el Covid-19. Pero, ¿qué hay detrás de la Estrategia de vacunación frente a COVID-19?, ¿puede colacionar dicha estrategia con algún derecho fundamental amparado en la Constitución Española de 1978? Y, finalmente, haciendo una visión hacia el futuro, ¿qué sucederá con los llamados “pasaportes de vacunación”?
Un grupo de residentes turcos de Wangen (Suiza) quería construir un minarete sobre el tejado de su mezquita. Se les denegó el permiso y el asunto acabó en el Tribunal Supremo del país, en medio de un fuerte debate con todos los partidos políticos del país involucrados. Los jueces suizos fallaron a favor de su construcción, puesto que prohibirlo no respetaría la libertad de culto consagrada por su Constitución. Sin embargo, los partidos no quisieron acabar con la polémica y la sociedad suiza decidió en referéndum, con un 58% de votos a favor, la prohibición de minaretes.